No voy a negar que lo de “algunos” va con un punto de…
digámoslo abiertamente, mala uva (que puedo también y por qué no evitar tanta
apertura en el decir) pero es que – siempre lo dije – y sé que alguna vez se lo
comenté a (…) y me argumentó que es que no tuvieron tiempo para…
Vale, pero como yo le dije "imagínate un chiquito en su
pueblo; muy listo pero en su pueblo y con de eso que en los pueblos se llamaba
antaño pocos posibles. Como el chaval vale, porque vale, los padres rompen la
hucha y, ataviado él con su mejor traje (el de los domingos) maleta de cartón
llena de vituallas en ristre, se dispone a tomar el tren camino de la capital.
− Pero, y digo yo ― la madre ―, nosotros no tenemos familia
en Madrid ¿Dónde va a vivir el chico?
− Qué cosas tienes ― el padre ― ¿No va a ser estudiante? ¡Pues
se hospedará, que la palabra lo dice pero tú no te fijas, en la residencia de
estudiantes!
− Ah ― la madre ― ¡Qué tonta soy!"
Pero el chico no se hospedaría en la Residencia de
Estudiantes por más que, con muy buena lógica, lo diga la palabra.
No hay mas que ver el palmarés de los que en ella residieron.
Bien es verdad que muy posiblemente fuera el tipo de
formación recibida allí lo que los colocara en vías de llegar, como llegaron, a
ser célebres cada cual en su disciplina; que no fuera necesario llevar el apellido
que a la larga les confiriese la notoriedad de que, tal vez, antes de su paso
por la Residencia y la celebridad el apellido no gozaba, era un apellido
(puede) de no más poderío que cualquier otro apellido. Pero es cierto, y creo
que incuestionable, que quienes podían permitirse el acceder a tal institución
eran de familias al menos acomodadas, cuando no decididamente de clase alta.
Así que por eso lo de la retranca, si es que algo dicho con tanta (aunque no del todo
abierta del todo) retranca se puede decir en puridad que vaya con retranca.
Bueno. El caso es que esta tarde estuve viendo ahí, en la
Residencia de Estudiantes, la exposición a que enlazo en el título.
Ellas, las señoritas, pertenecientes todas a muy buenas
familias ― extranjeras muchas (o eso se desprende del video que puede verse al
final del recorrido), por cierto, que no inmigrantes como sucede ahora ― aunque
han alcanzado menos fama (creo, o al menos para mí eran hasta hoy desconocidas)
que los Miró, Buñuel, Dalí, Altolaguirre, Alberti, Lorca y otros, hicieron
cosas que me han parecido francamente bonitas.
Por ejemplo el cuadro que encabeza este texto.
Claro que también las hubo, como Joaquina Zamora, Francis Bartolozzi,
Victorina Durán, Menchu Gal, Juana Francisca Rubio, Delhy Tejero (escucho
contar a la persona que explica en visita guiada a la que no me sumo que su
verdadero nombre era Adela, que Delhy lo adoptó por algo que no he alcanzado a oír
relacionado con la ciudad de la India), Ángeles Santos, Marisa Roësset Velasco,
Adela Ginés y Ortiz ― y puede que alguna otra que no haya apuntado en las notas
de mi móvil, que parece que las nombro con un cierto desparpajo aunque, ya
digo, no me sonaban de nada ―, que destacaron en diferentes ramas de las artes;
pero de eso no he podido enterarme, que los letreritos eran muy pequeños y, de
tanto cambiarme de gafas, me mareaba y tuve que desistir.
Pero que, vamos, me ha gustado y me han gustado.