Pues porque me pareció tierno, lástima que se termine así, de golpe porque fíjate si tendré mala cabeza que no me acuerdo de nada; pero lo que es indudable es que es tu letra. Y, este Aniceto, ¿quién sería?
Una de esas cajas que se pueden encontrar en cualquier cajón de cualquier aparador de cualquier comedor o cuarto de estar de cualquier casa y en las que, cuando las abrimos, nada más encontramos pequeños cirindulillos inservibles que, hace ya tantos años, imaginamos que alguna vez podíamos necesitar. Esta, afortunadamente, está como se puede ver vacía.