Párrafo 7.3
7.3 “Por otra parte, la memoria recrea actos mínimos con una minuciosidad exhaustiva, grabados una y otra vez en múltiples circuitos, mientras que sucesos de relevancia los deja pasar como una sombra difusa. Parece necesario especificar que ante la dificultad de incorporar a la voluntad lo no vivido, se recurre a la memoria”.
Afrodita
27 abril, 2014
Todos los que participan hacen su interpretación personal de los textos.
De todas las interpretaciones parece desprenderse el convencimiento de que los humanos tenemos las posibilidades y las herramientas por medio de las cuales cambiar.
Nunca he entendido el por qué de esa esperanza que siempre se me antoja obstinación.
Todos somos conscientes de nuestra fisonomía, de nuestra estructura corporal.
Sabemos si somos altos o bajos, rubios o morenos, si nuestros ojos son azules o marrones, si nuestros huesos son largos o cortos o delgados o rotundos. Y sabemos que esa estructura será nuestra para siempre, y que las modificaciones serán por mucho que nos esforcemos superficiales, aparenciales siempre.
Si acudimos a un gimnasio y nos empleamos a fondo a lo mejor modificamos nuestros músculos, si nos sometemos a una operación de cirugía estética nos mostraremos ante los demás con una nariz diferente de la original, o con unos ojos más o menos grandes o rasgados dependiendo de cómo el cirujano trabaje nuestros párpados.
Pero la base, la estructura, la esencia, los cimientos, no dejarán de ser los que son.
Nos empecinamos, sin embargo, de que todo lo que queda en el terreno de lo intangible sí es modificable.
Nos obstinamos en que mediante esfuerzo, o voluntad, o adiestramiento, o esperanza o fe más o menos ciega, lograremos ser algo que a saber si hay de ello una pequeña briznita en nosotros.
Pienso que eso es vivir de ilusiones que dudo tengan demasiado fundamento.
De todas las interpretaciones parece desprenderse el convencimiento de que los humanos tenemos las posibilidades y las herramientas por medio de las cuales cambiar.
Nunca he entendido el por qué de esa esperanza que siempre se me antoja obstinación.
Todos somos conscientes de nuestra fisonomía, de nuestra estructura corporal.
Sabemos si somos altos o bajos, rubios o morenos, si nuestros ojos son azules o marrones, si nuestros huesos son largos o cortos o delgados o rotundos. Y sabemos que esa estructura será nuestra para siempre, y que las modificaciones serán por mucho que nos esforcemos superficiales, aparenciales siempre.
Si acudimos a un gimnasio y nos empleamos a fondo a lo mejor modificamos nuestros músculos, si nos sometemos a una operación de cirugía estética nos mostraremos ante los demás con una nariz diferente de la original, o con unos ojos más o menos grandes o rasgados dependiendo de cómo el cirujano trabaje nuestros párpados.
Pero la base, la estructura, la esencia, los cimientos, no dejarán de ser los que son.
Nos empecinamos, sin embargo, de que todo lo que queda en el terreno de lo intangible sí es modificable.
Nos obstinamos en que mediante esfuerzo, o voluntad, o adiestramiento, o esperanza o fe más o menos ciega, lograremos ser algo que a saber si hay de ello una pequeña briznita en nosotros.
Pienso que eso es vivir de ilusiones que dudo tengan demasiado fundamento.
¿Cómo sería el mundo si las bombillas durasen cien años? ¿Si todos los artículos de uso y consumo estuvieran diseñados para durar indefinidamente?
Cuando ya todos tuviésemos el coche, la televisión, la lavadora, el móvil, y toda la serie de artilugios que muy posiblemente, y si hubiera voluntad de ello sería posible, no habría que reponer y por tanto volver a fabricar, nos estaría sobrando tiempo a todos para salir de esa espiral disparatada en la que estamos inmersos.
Comprar un coche, con el dinero que se obtiene trabajando, para acudir al trabajo, por ejemplo ¿No es un poquito kafkiano?
Seguramente hubo un instante en el tiempo, en la historia de la humanidad, en que existió la opción de crear una sociedad totalmente distinta de la que hoy tenemos. Pero, ¿quién?, ¿quién sería?, ¿a quién interesó que la sociedad que pudo llegar a ser se quedara en lo que es y en lo que somos?
¿Y eso no es ya reversible?
Otra cosa. Lo que comenta Enrique de, ya sé que es un ejemplo, personas que se ponen de acuerdo para compartir coche. Bueno, pues las empresas de transporte han puesto el grito en el cielo y exigido que eso se regule, y que lleve los impuestos y trámites burocráticos correspondientes porque, alegan, es competencia desleal.
Habría algo más normal, en un mundo lógico, que el que tiene algo con que cubrir una necesidad lo ponga al servicio del que tiene esa necesidad y este, a cambio, corresponda de algún modo a la gracia recibida del que aporta el “algo”. Pero, claro, tal y como están las cosas, y tal como es nuestra mentalidad y el mundo que tenemos montado, la forma de “corresponder” siempre es dinero. Que enfada al que tiene su vida y su negocio organizado en torno al dinero que se verá mermado por culpa de un “espontaneo”.
Y así nos vamos quitando libertades, los unos a los otros. Y cada día estamos más acorralados por leyes para defendernos del de al lado, cada vez más acorralado por leyes que van a defenderlo de nosotros.
Eslabones de una cadena, todos, que a su vez nos encadena.
Pero igual que los fabricantes de bombillas supieron ingeniárselas para fabricar una bombilla menos perdurable, ¿no vamos a ser capaces, entre todos los que vivimos, de ingeniárnoslas para conseguir que la cadena de la que somos prisioneros y eslabones se rompa por alguna parte?