A la emisora que estoy escuchando en TDT se le va de repente
la voz y doy al botón de otra que viene a ser Onda Cero y reconozco la voz de
Irene Villa. No sé si por la poca simpatía que me inspira esa chica reconozco
su voz, que no me gusta porque sin poderlo evitar me suena falsa.
La están entrevistando porque ha escrito un nuevo libro, que
me parece bien, es un personaje público, conocido, y es comprensible que los
medios de comunicación se interesen por qué hace.
Lo que nunca entiendo es por qué, no sólo a ella, a las
víctimas se las trata con un respeto que debiera reservarse a los héroes.
El héroe sabe qué hace, y por qué lo hace, aunque pueda (que
puede a veces) estar equivocado; pero tiene un criterio, el suyo, tan válido
como cualquier otro criterio.
La víctima pasaba por ahí, por donde fuese, sin sospechar
que fuera a verse envuelta en algo que iba
a hacerla famosa por pura casualidad y sin haberlo buscado.
Así que esta chica es víctima, no heroína.
Ella, sin embargo, ha sabido sacar partido de su desgracia
que se ha convertido en su fortuna.
Me pregunto cómo estaría siendo en la actualidad la vida de
esta persona si a los doce años — creo
que fue en el 90 — su ángel de la guarda la hubiese mantenido lejos del lugar
donde hubo un atentado terrorista.
Aborrezco a los terroristas, a todos.
Pero no siento admiración por las personas que utilizan la propia adversidad para
labrarse un futuro.