Mirando el partido España – Francia (1 – 0 en este momento
21:49 cuando acaba de terminar la primera parte; el gol de Sergio Ramos) se me
ocurre algo tan extravagante como que Benzemá se confundiera y, en un despiste,
si viese cerca a Xavi Alonso, o a Sergio Ramos, o a Silva — que por cierto ha
tenido que salir del terreno de juego por lesión —, cometiera el error de
pasarles la pelota (si la tuviera) tan acostumbrado a que sean sus compañeros
de equipo.
Pero no creo que nada así haya sucedido nunca, en ningún
partido ni a ninguna selección; y si sucediera sería un verdadero escándalo que
daría mucho que hablar a todos los comentaristas deportivos e incluso a los no
deportivos.
A los no deportivos también porque, antes, hace años, los
programas deportivos se dedicaban exclusivamente al deporte; hoy todo se mezcla
y junto con los goles o no goles y otras incidencias del juego se habla de si
tal o cual jugador tiene o no tiene algún tipo de problema con su entrenador o
con cualquier compañero o en su vida privada.
Hoy le he visto a Casillas una cara seria que, según eso,
podría estar viniendo al caso con dimes y diretes de si no se encuentra integrado ultimamente en
el Real Madrid, y que si no celebra los goles como debiera.
Me quedo entonces pensando en cuántas veces un profesional,
de lo que sea, habrá de sacar adelante su trabajo aun costándole estar
concentrado al ciento por ciento en qué es lo que debe hacer en cada momento…
Termina de empezar la segunda parte.
En el último minuto (de 3 de descuento) empate 1– 1 cuando
nadie ya lo esperaba.
A lo mejor es que es verdad que a Casillas le pasa algo.
Y es que debe de ser complicado, el equilibrio, que el qué
se puede no le gane la partida al qué se debe.