Me gusta hacer esto. Guardar una fecha en blanco para
rellenarla en otro momento con lo que yo quiera sin sentirme observada.
Sin sentirme observada porque, si da la casualidad de que
alguien me sigue, que no creo, pero nunca se sabe, quizás reciba en su correo
un aviso de cuándo he editado una nueva entrada y, si la persona que recibe el
aviso va a leerla, encontrará que está vacía, y se marchará. Y ya nunca más
recibirá el aviso de que yo actualicé esa entrada.
Los blogs son un buen invento. Sirven como una agenda, o
como un diario, pero igual que las agendas y los diarios pienso que es bueno
preservarlos de la vista o de la curiosidad de los otros.
¿Para qué tienes entonces un blog, si no quieres que nadie
lo vea?
Pues por una especie de superstición bastante estúpida,
porque cuando veo dibujadas las palabras plasmando mis pensamientos — o no
plasmándolos, que por esa misma superstición estúpida procuro “pensar” algo
específico y ex profeso para ser plasmado que no tiene por qué ser pensamiento
verdadero, como si me estuviera confesando — tengo la sensación de estar frente
a la prueba fehaciente de que ahí, en ese día y a esa hora, yo existía.
Luego puede ocurrir, y ocurre, que cuando escribo algo que
no se corresponde con la fecha que figura arriba, en la barra, me quedo
bastante dubitativa, intrigada, preguntándome si de verdad me reconoceré en lo
escrito caso de que alguna vez vuelva a leerlo.
Pero no importa. Existir o no existir es algo que tiene su
propia entidad, fuera del espacio y del tiempo en los que se esté viviendo.
Hoy, por ejemplo, o, bueno, hace un par de días o tres,
murió Gabriel García Márquez.
Nunca me gustó. Es decir, creo que nunca me gustó porque
cada vez que intenté leer algún libro suyo terminé cerrándolo, aburrida como un
cocodrilo o hasta de mal humor porque siempre me daba la sensación de recrear
un mundo sórdido de personajes miserables, unos, y, otros, tiranos o crueles o…
Pero, ya digo, no puedo opinar acerca de él porque nunca lo
he leído.
¿Y qué necesidad tengo yo de poner en conocimiento de nadie
si me gustaba o no me gustaba?
A lo mejor lo que me pasa es que le tengo manía a los
personajes célebres, a esos que entre unos y otros erigen en mitos cuando,
entre esos “unos” y esos “otros”, no puedo estar segura de cuáles en verdad los
admiraron y cuales sólo se hacen eco, sin demasiado criterio, de la opinión de
otros.
Pero, como qué yo opino ni de García Márquez ni de nadie no
es algo de interés general, lo pongo aquí, en este 9 de mayo de 2012.
Me desahogo, digo lo que quiero, y nadie se entera ni podrá
decir que es que quiero ir de distinta, diferente, inconformista, inadaptada… O
lo que sea.