y ponte de largo y cuélgate
los zarcillos, los collares y los dijes que guardas por si alguien dice que ni
collares ni dijes, ni zarcillos ni pulseras ni diamantes ni rubíes guardas en
el cofre antiguo tachonado de turquesas que heredaste de tu madre y heredó ella
de su abuela.
Anda y ve y ponte colores en tus
mejillas de cera y la diadema en el pelo brillante como la seda y en las manos la blancura de la nieve cuando
cesa el otoño en el que arrastra el viento las hojas secas.
Anda y ve y dile al espejo que no
serás nunca vieja memoria de lo que fuiste sino avance de una nueva chiquilla
que creció luego de crecida la entereza y revestida de aliento y de alegría y
de promesas se levantó una mañana despierta en un alma nueva.
Anda ve y no digas nunca ni a tu
sombra ni a la ajena que tú sabes que ya siempre no volverá la tristeza porque
amaneciste un día despojada de pereza que ya no va a detenerte en tu búsqueda
de aquella felicidad que intuiste cuando fuiste muy pequeña.
Anda y ve lo que te aguarda con que
tan sólo tú quieras con la fuerza que te anima despojarte de las quejas que
clavaron en tu alma tantas erróneas creencias que aprendiste al mismo tiempo
que dibujabas las letras.
Anda ve y no te demores en olvidar
los pesares ni en recordar los temores que te tuvieron asida tanto tiempo a la
certeza de que ya no podrías nunca desechar tanta pobreza en que se sumió tu
vida por culpa de tu impaciencia.
Anda ve corre y descubre maravillas
que aun esperan a todo el que desterrando de su vida la torpeza se entrega a
seguir andando por la senda que es estrecha pero se ensanchará cuando la
esperanza reverdezca.